Laberíntico, gris y algo perturbador. Así es el Memorial del Holocausto (también conocido como Monumento a los judíos de Europa asesinados), uno de los principales puntos de interés turístico de Berlín.
Situado a dos pasos de la Puerta de Brandeburgo, frente a una de las entradas del Tiergarten, este Monumento al Holocausto judío fue inaugurado en el año 2005, durante la conmemoración del Día de la Victoria. Desde entonces, recibe cientos de turistas al día, que se fotografían entre los bloques de hormigón o se sientan a descansar sobre ellos ajenos muchas veces al significado del lugar.
A finales de los noventa, cuando el muro de Berlín ya era solo un recuerdo, el gobierno alemán decidió construir un monumento en la ciudad dedicado a las víctimas judías del nazismo. Tras la convocatoria de un concurso público para su realización, el proyecto ganador fue el del arquitecto norteamericano Peter Eisenman.
Un mar de bloques de hormigón
El aspecto del Monumento a los Judíos de Berlín sorprende al verlo por primera vez: lo primero que te viene a la cabeza es que recuerda a un cementerio. Y es que se trata de una composición de más de 2700 estelas de hormigón con diversos tamaños y alturas y situadas a diferentes niveles del suelo; gracias a esta disposición asimétrica y a las ondulaciones del terreno, da la sensación, al perderse entre las hileras de bloques, de encontrarse en una especie de laberinto mareante. Y esa era precisamente la idea del creador del proyecto: desubicar al visitante para recrear el miedo, la angustia, el sentimiento de pérdida y el desasosiego de las víctimas judías.
Un monumento controvertido
Parece que en Berlín cualquier monumento ligado a lo sucedido durante el nazismo y la Segunda Guerra Mundial no está exento de polémica; y es que en el caso del Monumento a los Judíos de Europa asesinados la controversia estaba servida en bandeja, pues una de las empresas encargadas de suministrar el recubrimiento anti graffiti de los bloques fue acusada de haber estado vinculada en el pasado ya no solo al nazismo, sino directamente a la producción de Zyklon B, el pesticida utilizado en las cámaras de gas de los campos de exterminio nazis.
Bien fuera por el carácter práctico que tanto caracteriza a los alemanes; bien fuera a modo de reconciliación con su pasado más reciente, lo cierto es que, a pesar de las críticas de la comunidad judía, se decidió continuar colaborando con esta empresa.
La visita al Monumento del Holocausto
Además del monumento en sí, existe un punto de información al visitante situado debajo, que incluye una completa exposición dedicada al Holocausto y dividida en cuatro espacios, entre los que destaca la Sala de los Nombres, un pequeño homenaje a todas las víctimas judías conocidas, cuyos nombres se recuerdan proyectados en las paredes y acompañados de una breve biografía.