El Jardín de las Tullerías de París (Jardín des Tuileries) es el parque público más antiguo de la ciudad. También es, sin duda, uno de los rincones verdes más hermosos y elegantes de la capital francesa.
Es difícil pasear por los lugares más turísticos de París y no pasar por los Jardines de las Tullerías, pues unen la Plaza de la Concordia con el Museo del Louvre. Si vas a visitar este último, es prácticamente imposible evitar la tentación de darse una vuelta por el jardín, unido al museo a través del Arco del Triunfo del Carrusel.
La historia del Jardín de las Tullerías
Realmente, el Jardín de las Tullerías nació como parte del Palacio de las Tullerías mandado construir por Catalina de Médicis a mediados del siglo XVI.
Su nombre es curioso, pues proviene de las antiguas fábricas de tejas (en francés, tuiles) que había instaladas en el terreno donde hoy se asientan los jardines.
La idea de la reina era rodear el palacio de un jardín de estética italiana, en el que habría fuentes, laberintos, árboles frutales y flores de todo tipo y hasta un pequeña granja y unas caballerizas.
Así nació el Jardín de las Tullerías, escenario de fiestas y celebraciones de la realeza , y privado hasta que a finales del XVII el rey Luis XIV ordenó que fuera abierto al público (aunque no era accesible para todos los parisinos, sino solo para los miembros de la nobleza y de la aristocracia). En esta época también se ordenó al jardinero real, André Le Nôtre, que le diera a los jardines un aspecto más afrancesado
Con el posterior traslado de la Corte al Palacio de Versalles, los jardines fueron perdiendo relevancia hasta pasada la Revolución Francesa, cuando fueron reconvertidos en unos jardines de estilo neoclásico acorde a los parámetros estéticos del XIX (y llenos de esculturas grecorromanas expropiadas a la nobleza durante la Revolución).
Con la llegada de Napoleón, que hizo construir el Arco de Triunfo del Carrousel, los jardines quedaron unidos al Museo del Louvre y recobraron parte de su pasado esplendor. Durante las dos guerras mundiales fueron parcialmente destruidos, pero finalmente, a lo largo del siglo XX, se restauraron siguiendo el diseño original de André Le Nôtre, y se les incorporó la Pasarela Solferino que los une con el Museo de Orsay.
¿Qué ver en los Jardines de las Tullerías?
Del original Palacio de las Tullerías ya no queda nada (fue incendiado y destruido durante la Comuna de París), pero los jardines se han mantenido hasta la actualidad y pasear por ellos es un verdadero placer (aunque para nosotros no alcanzan la belleza de los Jardines de Luxemburgo).
- El Museo de la Orangerie, un museo pequeño pero que merece la pena visitar, especialmente si te gusta el Impresionismo. El museo alberga una colección breve pero muy valiosa compuesta por obras de Cézanne, Monet, Picasso, Modigliani, Matisse, Sisley o Renoir, entre otros.
- La Galería Nacional del Juego de Palma, convertida hoy en museo de arte moderno y contemporáneo, pero que antaño albergó las obras algunas de las obras impresionistas más relevantes (antes de que se trasladasen al Museo de Orsay). Su nombre proviene de las pistas dedicadas al jeu de palme (un juego que puede considerarse precursor del tenis) que había antes de la construcción del edificio en el mismo lugar.
- La gran noria del Jardín de las Tullerías, situada muy cerca de la Plaza de la Concordia, y que ofrece unas vistas espectaculares de los jardines y de París en general. Funciona todos los días de 11:00-00:00 horas, subir cuesta 12 € para adultos y 6 € para niños (menores de 10 años) y la vuelta apenas dura 15 minutos pero si el día está despejado, merece la pena.
- La Fête des Tuileries, una feria de verano que se celebra todos los años en las Tullerías, entre los meses de juno y agosto. Incluye atracciones clásicas como coches de choque, tiovivos, trenes del terror, sillas voladoras y montañas rusas. La entrada es gratis (no las atracciones, obviamente) y es una buena oportunidad de conocer otra cara de París y disfrutar de un buen rato de ocio, sobre todo si viajas con niños. Además, hay puestos de comida, donde no faltan las clásicas crêpes francesas, helados, algodón de azúcar e incluso ¡churros!
El mejor momento
Si hay un momento del día perfecto para visitar el Jardín de las Tullerías es sin duda el atardecer. Si has pasado el día visitando el Museo del Louvre, seguro que estarás agotado: puedes tomarte un descanso en estos jardines. Si sales por la parte del museo que desemboca en la famosa pirámide, encontrarás de frente, caminando un poco más allá, el Arco del Triunfo del Carrusel. Hecho en mármol rosa, constituye una de las fotografías más bonitas de París al caer la tarde, cuando la luz baña la cuadriga de la parte superior de una luz muy especial, con el Jardín de las Tullerías al fondo.
En los Jardines de las Tullerías siempre encontrarás turistas descansando y echando un vistazo al mapa y parisinos leyendo, charlando o paseando entre sus hileras de árboles y las esculturas de Rodin o Giacometti.
Además, el jardín cuenta con tres restaurantes donde se puede tomar algo durante todo el día.