La mayor parte de los muertos de la capital francesa se encuentran, literalmente, bajo tierra. Y no, no es un chiste fácil para referirnos a todos los cementerios al uso que hay que en la ciudad, sino a las Catacumbas de París (Catacombes en francés), una serie de interminables túneles subterráneos donde se custodian los restos de millones de personas (sí, sí: millones, unos seis concretamente).
Aunque se trata de una visita poco apta para aprensivos, a nosotros nos parece uno de los lugares más fascinantes de París.
¿Te vienes a conocer el mayor osario de Europa?
La historia de las Catacumbas de París: de cantera a cementerio
Aunque esta red de túneles no sería utilizada como cementerio hasta el siglo XVIII, su existencia nos remonta a unos cuantos siglos antes, concretamente hasta el siglo I d.C., a la época romana, cuando lo que aquí había era un sistema de minas para extraer piedra caliza; una buena parte de esa piedra conforma hoy los muros de algunos de los monumentos más famosos de París.
A mediados del XVIII, cuando el suministro de piedra de las minas estaba prácticamente agotado, el gobierno de la ciudad decidió destinar el espacio a albergar los restos mortales de las miles de personas que ya no tenían espacio en los atestados cementerios de París.
Era una decisión doblemente práctica, pues además de convertir este espacio en un cementerio de enormes dimensiones, se luchaba contra las enfermedades que estaban empezando a proliferar en la ciudad a causa de la acumulación de estos cadáveres.
Durante casi un año y medio, miles de cuerpos fueron trasladados por las noches hacia las catacumbas, y algunos testimonios de la época describen con gran detalle una escena que debió de convertirse en habitual durante aquellos meses: la de las carretas atestadas de huesos humanos que transitaban por las calles parisinas cada noche en su camino hacia las catacumbas.
En las catacumbas de París se encuentran los restos mortales de grandes protagonistas de la historia francesa, como Robespierre, Jean de la Fontaine, Girardon o Perrault.
Visitar las Catacumbas de París: información práctica y algunos consejos
Ojo al dato: la parte visitable de las catacumbas de París es de apenas un 0,5% del total.
¿Impresiona, verdad?
Y es que son decenas de kilómetros de túneles los que se extienden bajo el suelo de 7 distritos de París, aunque solo esta zona de las catacumbas está abierta al público. No obstante, durante décadas las catacumbas han sido un caballo de batalla para las autoridades parisinas, pues se han utilizado como escenario para la celebración de misas negras.
Durante la visita verás que la mayoría de las paredes de las catacumbas de París están cubiertas de pintadas y graffitis: fíjate bien, porque algunos datan incluso del siglo XVIII.
Los huesos, por su parte, están dispuestos en los muros de los túneles, y algunos están identificados con placas que indican su identidad o año de fallecimiento.
Es muy fácil desorientarse en estos túneles, por la escasa iluminación y el parecido de unas calles y otras, por lo que la visita a las catacumbas de París debe hacerse, obligatoriamente, acompañado por un guía oficial.
No te vamos a engañar: el lugar da mal rollo.
Ya te lo advierte el verso que encuentras a la entrada a las catacumbas: Detente, este es el imperio de la muerte. Ahí queda eso.
No obstante, no toda la visita a las catacumbas de París es tan tenebrosa. Durante el recorrido también podrás ver algunos espacios relacionados con la extracción de caliza, que contribuyen a hacernos una buena idea de cómo funcionó la explotación de este lugar para la construcción de la propia ciudad.
- El recorrido total dura aproximadamente una hora, y desgraciadamente no es accesible para personas con movilidad reducida, pues hay varios tramos de escaleras al entrar y al salir.
- Te aconsejamos llevar alguna prenda de abrigo incluso aunque visites las catacumbas de París en verano, pues una vez abajo la temperatura constante es de 14 grados y hay bastante humedad, por lo que la sensación térmica es aún menor.