Una de las joyas arquitectónicas de Francia es sin duda la Sainte Chapelle de París, una pequeña capilla de estilo gótico que constituye uno de los edificios religiosos más impresionantes de Europa gracias a sus magníficas vidrieras y a su historia relacionada con las reliquias de Cristo. Se encuentra a dos pasos del Palacio de Justicia, en plena Isla de la Cité, y está declarada Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO.
No hay otra igual.
Historia: un escondite de reliquias
En el siglo XIII, el rey francés Luis IX emprendió un viaje hasta Constantinopla para recoger varias reliquias relacionadas con la muerte de Cristo que había comprado al emperador bizantino: se trataba de una corona de espinas, una parte de la lanza de hierro y un supuesto trozo de la cruz que el monarca en persona llevó hasta París.
Para custodiar las reliquias, Luis IX decidió construir una capilla donde albergarlas con la solemnidad que merecían.
Fue así como surgió la idea de construir la Sainte Chapelle, y aunque nunca se ha conseguido esclarecer quién fue el arquitecto encargado del diseño, la versión más extendida lo atribuye a Pierre de Montreuil, que también colaboró en los trabajos de la Catedral de Notre Dame.
Sea como fuere, en apenas siete años la capilla era inaugurada y ha sobrevivido hasta hoy, a pesar de los incendios, saqueos e inclemencias del clima a los que ha sido sometida. De hecho, durante la Revolución Francesa fueron destruidos algunos de sus vitrales, y para preservarla la corona de espinas fue trasladada a Notre Dame, quedando la Sainte Chapelle para usos administrativos.
Finalmente, a finales del XIX la capilla fue restaurada y devuelta en gran parte a su estado original.
Una arquitectura inigualable
Realmente, la Sante Chapelle está compuesta por dos capillas, la superior y la inferior, conectadas actualmente por unas escaleras. En el momento de su construcción, sin embargo, ambas capillas estaban aisladas, pues a la superior, destinada únicamente a los miembros de la familia real, solo podía accederse desde el propio palacio, ubicado junto ella. En la capilla inferior podían entrar el resto de miembros de la Corte.
- La capilla inferior, consagrada a la Virgen María y construida, básicamente, para soportar el peso de la capilla superior, cuenta con un techo de gran belleza: de azul añil, decorado con cientos de pequeñas estrellas doradas, que le confiere al espacio una apariencia muy particular. La decoración policromada que se aprecia en sus naves data del XIX, cuando se restauró tratando de ser fieles a su estilo original en el siglo XIII. Encontrarás también elementos decorativos muy significativos, como la flor de lis, símbolo de la monarquía francesa, y los castillos, que representan a la Corona de Castilla (pues Luis IX era de ascendencia castellana).
- En cuanto a la capilla superior, el mayor protagonismo se lo llevan sus vidrieras: casi 20 metros de altura y más de 600 metros cuadrados de vitrales que dejan pasar la luz del exterior creando un juego de tonos azules y violáceos difícil de olvidar. Las vidrieras representan escenas religiosas, como el Génesis, el Éxodo, la infancia y Pasión de Cristo o la historia de las propias reliquias, entre otras. Además, un rosetón de 9 metros de diámetro donde está representado el Apocalipsis.
Cuando visites la Sainte Chapelle te aconsejamos sentarte y mirar hacia arriba para deleitarte durante unos minutos con esta maravilla del Gótico que, sin duda, es uno de los monumentos imprescindibles de París.
Conciertos en la Sainte Chapelle
Si te gusta la música clásica y quieres disfrutar de un concierto de cámara en un escenario único, puedes asistir a alguno de los que se organizan casi a diario por las tardes en la Sainte Chapelle. ¡Seguro que es una experiencia inolvidable!