La Basílica del Sagrado Corazón o Sacré Coeur es el segundo monumento más alto de París (superado solo por la Torre Eiffel) y uno de sus edificios religiosos más emblemáticos.
Sus cúpulas blancas, gracias a la altura que les proporciona la colina de Montmartre, son visibles desde prácticamente cualquier punto del centro de la ciudad y frente a sus puertas es habitual encontrar a cientos de turistas y parisinos disfrutando de las vistas desde su escalinata.
Montmartre, la colina sagrada
Montmartre («monte de los mártires», en francés) posee una larga tradición religiosa. Y es que esta colina ya estuvo ocupada por varios templos en tiempos romanos, y la tradición cuenta que el mártir San Denis, que llegó para cristianizar a los habitantes de la Galia, fue decapitado en este mismo lugar.
La historia de Montmartre está ligada también a las vidas de numerosos santos: Santa Clotilde, Santo Tomás de Aquino o San Ignacio de Loyola son algunos de los que pasaron por esta colina sagrada; asimismo, el Papa Juan Pablo II peregrinó al Sagrado Corazón en uno de sus viajes.
Historia de la Basílica del Sagrado Corazón
Tras las guerras franco-prusianas que habían sumido a Francia en una etapa social y económica complicada, a finales del XIX varios empresarios parisinos, en colaboración con el arzobispo de la París y con el beneplácito de la Asamblea Nacional, propusieron la creación de una iglesia en París que ayudara a que su población recuperase la fe religiosa perdida tras tantas desgracias para el pueblo francés, y en memoria de todos los soldados fallecidos en la contienda.
El lugar escogido para emplazar esta nueva iglesia fue Montmartre, y se decidiría consagrarla al Sagrado Corazón de Jesús. Construida gracias a pequeñas donaciones de parroquias y particulares, en 1919 (cuando la Primera Guerra Mundial había terminado) se consagraría la Basílica del Sacré Coeur.
Los nombres de aquellos que aportaron sus donativos para la construcción de la basílica están grabados en las piedras con las que se construyó.
Una arquitectura atípica
La Basílica del Sagrado Corazón es de estilo neobizantino y su diseño corrió a cargo del arquitecto Paul Abadie, aunque al haber fallecido antes de terminarla, le sucedieron otros tantos arquitectos que se encargaron de finalizar el proyecto.
- En su interior, en forma de cruz griega, encontrarás el mayor mosaico de Francia, obra de Luc-Oiliver Merson; una obra de grandes proporciones y aspecto dorado que representa al Sagrado Corazón.
- A la entrada nos reciben dos estatuas ecuestres, la de Juana de Arco y la del rey Luis IX, que coronan un pórtico de tres arcos.
- El Sacré Coeur tiene un color blanco muy característico; este se debe a la piedra travertina con que está construida, que con el paso del tiempo va blanqueándose.
- La gran cúpula central, sostenida en varias columnas (si te fijas, verás que cada una tiene un capitel distinto) y la enorme campana de varias toneladas, bautizada como Savoyarde completan la visita.
La visita al Sacré Coeur
- Se puede entrar gratis a la basílica; para subir a la cúpula o visitar la cripta sí que hay que pagar una entrada aparte.
- En la cripta, además de varias esculturas de santos, se custodia una reliquia relacionado con el Sagrado Corazón de Jesús.
- Algo que te sorprenderá al visitar el Sagrado Corazón por primera vez es el grupo de devotos rezando frente al Altar Mayor. Y es que esta basílica es un templo de adoración perpetua desde antes incluso de que fuera oficialmente inaugurada. Estos orantes se turnan cada cierto tiempo para mantener viva la oración 24 horas al día desde hace nada menos que… ¡125 años!
¿Las mejores vistas de París?
Desde las escaleras situadas frente a la entrada al Sacré Coeur se obtienen unas vistas preciosas de París. Y si quieres rizar el rizo, puedes subir a la cúpula de la basílica y disfrutar de París a 360 grados y casi 200 metros de altura. ¿No está nada mal, no?
Puedes llegar hasta la Basílica del Sacre Coeur a través del funicular de Montmartre o el Montmartrobus que sale desde Pigalle, pero nuestro consejo es que hagas un pequeño esfuerzo y te acerques caminando hasta las escaleras (son unos 200 escalones), para subir a pie y disfrutar de un bonito paseo por una de las zonas más pintorescas de París.