La Plaza de la Bastilla de París (Place de la Bastille) es una de esas visitas turísticas obligadas en la ciudad. Además de ser un buen punto de partida para conocer el barrio de Le Marais, posee una importancia histórica innegable.
Aunque seguro que te suena su nombre, cuando la veas por primera vez seguramente te quedes pensando… «¿y qué tiene de especial?». Y es que la Plaza de la Bastilla no es, al contrario que otras plazas de París, una plaza de gran belleza, ni alberga ningún monumento de importancia. Sin embargo, hace más de dos siglos fue escenario de algunos de los episodios más relevantes de la historia de Francia y por eso aún hoy es recordada como uno de sus lugares más simbólicos.
Escenario de la Revolución Francesa
En el siglo XIV, Carlos V decidió construir varias fortalezas en distintas zonas de París, con la idea de defender mejor la ciudad de posibles asedios. Uno de estos fuertes sería la Bastilla, cuyas obras fueron terminadas a finales del mismo siglo. Su función original era, por tanto, la de custodiar una de las puertas de entrada a la ciudad, la Porte Saint-Antoine. Su aspecto debió de ser magnífico, con ocho torreones de vigilancia y gruesos muros.
Ya en el siglo XV, la fortaleza fue declarada prisión, utilizada por la realeza para encarcelar a sus opositores políticos y enemigos de la Corona, y en el XVII, el cardenal Richelieu, primer ministro de Luis XIII, la convertiría oficialmente en cárcel estatal.
Pero el episodio más significativo de la historia de la Bastilla tuvo lugar aquel famoso 14 de julio de 1789, cuando la Bastilla fue tomada por la fuerza en lo que sería el primer acto simbólico de la Revolución Francesa, durante la cual fue utilizada de nuevo como prisión hasta su total destrucción el año siguiente.
La Bastilla original, por tanto, desapareció, pero su leyenda como símbolo del poder del pueblo se mantuvo durante décadas hasta que en su lugar se instaló la plaza que hoy podemos contemplar.
El elefante de Napoleón
A comienzos del XIX, Napoleón, arrastrado por su proyecto para la reconstrucción de París tras la guerra, mandó construir en este mismo lugar una fuente con forma de elefante (¡de 24 metros de alto!) y una especie de litera adosada a la parte superior. El material empleado en la fabricación del monumento debía ser el bronce de los cañones pertenecientes al ejército español.
En 1833 el arquitecto Jean-Antoine Alavoine, encargado del proyecto, comienza a construir una maqueta del monumento en yeso y a tamaño real, pero tras la caída de Napoleón este nunca llegó a terminarse, y aunque la maqueta quedó expuesta en la plaza durante algunos años (de hecho, aparece mencionada en una escena de Los Miserables), sería destruida años después. La base del elefante se conservó como base de la columna de Julio, que aún puede contemplarse hoy.
La columna de Julio
Finalmente, Luis Felipe I de Francia ordenó construir la columna que hoy vemos en la plaza, para conmemorar la Revolución de 1830 y que le había puesto en el trono del país, derrocando definitivamente la monarquía absolutista.
En la columna están inscritos los nombres de las más de 600 víctimas de la Revolución de 1830, y está coronada por una escultura conocida como el Genio de la Libertad.
Qué visitar en la Plaza de la Bastilla
La actual Plaza de la Bastilla sería inaugurada en 1840, para rendir tributo a las víctimas de la Revolución Francesa. Aunque hoy en día resulta difícil asociar esta moderna plaza con un pasado histórico tan intenso, continúa siendo uno de los escenarios principales de París para todo tipo de eventos.
Además de las celebraciones de victorias políticas y deportivas, en la Plaza de la Bastilla se suelen reunir muchos parisinos los fines de semana, que escogen esta zona para salir, pues los alrededores de la plaza cuentan con una gran variedad de bares y locales.
- Poco queda ya de la antigua fortaleza; no obstante, la estación del metro de Bastille aún conserva algunos vestigios de la antigua cárcel. Además, frente a la ópera se encuentra dibujado sobre el suelo el perímetro de la fortaleza del siglo XV, lo que nos permite hacernos una idea de cómo fue la original.
- La Ópera de la Bastilla, el edificio principal de la plaza. La reconocerás fácilmente por su arquitectura (muy controvertida entre los parisinos, por cierto).
- La Rue de la Roquette es una de las calles con más ambiente de la zona, llena de cafés y librerías.
- El Marché de la Bastille, que te recomendamos visitar si te gustan los mercados. A última hora de la tarde los vendedores bajan los precios y se puede comprar más barato.
- A un paseo corto desde la Plaza de la Bastilla encontrarás el Puerto del Arsenal, donde el romántico Canal Saint-Martin se une con el Sena. Un buen sitio para dar un paseo tranquilo entre los barcos atracados.
Si vas a visitar la Plaza de la Bastilla, lo mejor que es la incluyas en tu itinerario por el barrio de Le Marais (puedes bajarte en esta misma estación de metro, la de Bastille) y así curiosear y perderte por las callejuelas aledañas.