Oficialmente es el Monumento a Víctor Manuel II (Monumento a Vittorio Emanuele II en italiano), pero popularmente conocido como:
«La máquina de escribir»
«La tarta de bodas»
«Il Vittoriano»
«El Altar de la Patria»
No podemos decir que este monumental monumento dedicado al rey Víctor Manuel II, primer rey tras la reunificación italiana de finales del XIX, sea uno de los favoritos de los romanos, pues su construcción, que arrasó buena parte del antiguo barrio medieval, suscitó todo tipo de controversias.
No obstante, el Monumento a Víctor Manuel II preside la Piazza Venezia desde principios del siglo XX y en la actualidad es uno de los lugares más visitados en la capital italiana, sobre todo por sus buenas vistas.
El Altar de la Patria, un monumento que dividió al país
Podrás imaginar que la elección del lugar donde construir el Monumento a Víctor Manuel II no fue casual; se buscó un espacio significativo de Roma, un punto de la ciudad que representase esa idea de unidad, de ensalzamiento del espíritu nacional italiano: la colina Capitolina, cuna de nacimiento de la antigua Roma, parecía el sitio perfecto y resultó ser el elegido.
De hecho, el Monumento a Víctor Manuel II se encuentra muy cerca de los Museos Capitolinos y detrás del foro romano; sin embargo, como te comentábamos, las dimensiones de este monumento obligaron a demoler otras tantas construcciones de época romana y medieval, lo que generó gran malestar entre los romanos, que no entendían cómo para construir un monumento que celebrase su identidad como país se había destruido parte del patrimonio que lo caracterizaba como tal.
Las dimensiones colosales del Monumento a Víctor Manuel II
El diseño del edificio, que evoca un templo griego, corrió a cargo de Giuseppe Sacconi, y su construcción se alargó más de veinte años (algo normal si tenemos en cuenta su tamaño). De hecho, sería ya Víctor Manuel III quien inauguraría el monumento, y este no se daría por terminado del todo hasta 1935, durante el Fascismo.
Esta gran mole blanca de mármol es imponente, majestuosa y casi abrumadora, pues sus dimensiones impresionan todavía más en directo: 135 metros de ancho, 70 metros de alto (sin incluir la cuadriga que lo corona) y varias toneladas de mármol materializadas en las enormes escaleras centrales, decenas de columnas corintias y una fachada escultural.
Cada elemento del Monumento a Víctor Manuel II está cuidadosamente escogido: desde la diosa Victoria que conduce la cuadriga que remata su zona superior hasta las esculturas repartidas a lo largo de sus escalinatas y terrazas, que representan valores asociados al pueblo italiano.
Todo el monumento supone un gigante homenaje a Italia, anticipado por la escultura de bronce de Víctor Manuel II que preside su entrada:
Las dos fuentes representan a los dos mares que rodean Italia, el Adriático y el Tirreno.
En la parte frontal de los templetes laterales pueden leerse las palabras latinas PATRIAE VNITATI (“A la unidad de la patria”) y CIVIUM LIBERTATI (“A la libertad de los ciudadanos”).
En el centro, una escultura monumental de la diosa Roma.
Mussolini y el Monumento a Víctor Manuel II
Durante la etapa de máximo auge del Fascismo y también durante la Segunda Guerra Mundial, Mussolini utilizó el monumento como instrumento de propaganda para reforzar la idea de la identidad propia italiana, y a menudo pronunciaba sus discursos desde el palacio sobre la Plaza Venecia, que se convirtió en punto de reunión de los adeptos al fascismo.
Después de la guerra, el Monumento a Vittorio Emanuele II quedó marcado de forma irremediable como un lugar asociado al fascismo y los sucesivos presidentes de Italia trataron de acercar el monumento a toda la población, abriendo sus puertas al público y convirtiéndolo en un punto de encuentro para romanos y visitantes.
A fin de cuentas, este era el propósito con el que había sido pensado en el momento de su construcción en el XIX: una especie de foro romano moderno.
La tumba del soldado desconocido de Roma
En la base del Monumento a Víctor Manuel II encontrarás la tumba del soldado desconocido, un joven soldado desertor del ejército austrohúngaro durante la Primera Guerra Mundial, cuyo cuerpo fue traído hasta Roma tras ser escogido entre una decena de cadáveres sin identificar.
Junto a él arde una llama eterna, siempre encendida y custodiada por dos soldados italianos, para recordar a todos los caídos en combate.
El Museo del Risorgimiento en Roma (Museo Centrale del Risorgimento)
Aunque la mayoría de turistas pasan de largo porque no tienen conocimiento de su existencia o porque prefiern otros Museos de Roma, dentro del Monumento a Vittorio Emanuele II hay un pequeño museo muy interesante.
Se trata del Museo del Risorgimiento, con una exposición dedicada a la historia de la reunificación italiana, que te aconsejamos visitar si tienes tiempo suficiente o te apetece profundizar en el tema.
El Monumento a Víctor Manuel II, una de las mejores panorámicas de Roma
Si por algo se caracteriza el Vittoriano en la actualidad, al margen de sus idas y venidas con la política italiana, es por ser uno de los mejores miradores de Roma.
Solo por la panorámica que ofrece al caer la tarde desde las terrazas superiores, merece la pena visitarlo.
El Monumento a Víctor Manuel II tiene una terraza panorámica gratuita a la que puedes acceder a través de las escaleras.
Si vas con carrito de bebé o tienes movilidad reducida, puedes usar el ascensor situado en el lateral derecho del monumento (si lo miras de frente).
Además, el Monumento a Víctor Manuel II tiene una segunda terraza en la parte más alta, la terraza de la cuadriga, a la que se accede mediante un ascensor de pago.
¿Merece la pena pagar pudiendo acceder gratis a la terraza intermedia?
Lo cierto es que las vistas desde arriba del todo son impresionantes, pero también son muy buenas desde la terraza gratuita: en un lateral se ve el foro romano y el Coliseo a lo lejos; de frente, la Plaza Venecia y, en días despejados, buena parte del centro de Roma.
Lo dejamos a tu elección: las vistas gratis del Monumento Víctor Manuel II son realmente bonitas, pero si te apetece disfrutar de algo todavía más espectacular, puedes subir hasta la zona superior pagando el ascensor (este ascensor se encuentra en la parte trasera del monumento, puedes pagarlo ahí mismo antes de subir).
La mejor hora para visitar el Monumento a Vittorio Emanuele II es, en nuestra opinión, el atardecer, cuando la luz anaranjada que baña el propio monumento y los de los alrededores nos brindan una imagen inolvidable.