Pocos lugares pueden presumir de ser tan famosos en todo el mundo como la Plaza de San Pedro del Vaticano (Piazza San Pietro en italiano) en Roma.
Ubicada en pleno corazón del Vaticano, en el centro histórico de Roma, en la Plaza de San Pedro confluyen miles de peregrinos católicos que acuden a conocer el epicentro del catolicismo y turistas atraídos por esta magnífica plaza diseñada por Bernini cuya arquitectura y dimensiones no dejan indiferente a nadie.
Un dato: dicen que la Plaza de San Pedro Vaticano tiene capacidad para acoger… ¡300.000 personas!
Para comprobarlo nada como acercarse un domingo a las 12:00 horas, cuando el Papa se asoma a los balcones de los apartamentos papales para la ceremonia del Ángelus en la Plaza de San Pedro, donde no cabe un alfiler.
Arquitectura de la Plaza de San Pedro del Vaticano: la gran obra de Bernini
Presidida por la Basílica de San Pedro, la Plaza de San Pedro tiene forma elíptica (aunque en su origen fue rectangular) y está rodeada por una amplia columnata que la cierra por los laterales.
Sobre las columnas, las esculturas de más de un centenar de santos. En el medio de la plaza, un gran obelisco y a los lados, dos fuentes monumentales que convierten a la Plaza de San Pedro en un lugar majestuoso y sobre todo muy impresionante, como comentábamos al principio, por sus dimensiones.
El tamaño de la plaza no es casual, y seguro que puedes imaginarte lo que simboliza la Plaza de San Pedro del Vaticano: el enorme poder de la Iglesia Católica.
Sería Gian Lorenzo Bernini quien durante algo más de una década, entre 1656 y 1667, se encargaría del diseño y construcción del que se convertiría en el gran proyecto de su vida, la Plaza de San Pedro, por encargo del Papa Alejandro VII; tanto los elementos ornamentales como los materiales de la Plaza de San Pedro fueron cuidadosamente escogidos por ambos, con el objetivo de levantar una de las plazas más grandiosas de Europa, capaz de albergar a los miles de cristianos que acudieran a las misas y ceremonias papales.
Nada quedó al azar: el obelisco egipcio, que fue llevado a Roma por Calígula durante el Imperio Romano, y que se encontraba en el Circo de Nerón, recuerda el martirio de San Pedro, el santo que da nombre a la plaza y que fue crucificado junto al obelisco con otros cristianos culpados por Nerón del incendio de Roma. En la parte superior, una reliquia de la cruz de Cristo.
Las columnatas, por su parte, se despliegan a cada lado de la plaza representando unos brazos abiertos que acogen a todos los que la visitan (desde donde mejor se aprecia la forma de la plaza es desde el mirador de la cúpula de la Basílica de San Pedro). Son de líneas muy sencillas y sin apenas ornamentación, mucho más discretas que las corintias de la Basílica de San Pedro, a las que no se pretendía eclipsar; hay que recordar que la Plaza de San Pedro fue pensada como antesala de la basílica, como un espacio complementario a la misma destinado a acoger los eventos religiosos multitudinarios que por la afluencia de público el interior del templo no podía albergar.
Entonces… ¿qué fue antes, la basílica o la plaza?
Al contemplar la Plaza de San Pedro y la basílica por primera vez, es lógico pensar que ambas construcciones fueran proyectadas a un mismo tiempo, pues aparecen perfectamente integradas.
Pero lo cierto es que antes de la plaza (al menos, tal como la vemos hoy), se construyó la Basílica de San Pedro sobre los restos de una antigua basílica paleocristiana, que fue sufriendo numerosas remodelaciones a lo largo de los siglos (entre ellas, la de su fachada, obra de Carlo Maderno y terminada en 1626).
Lo que hay que ver en la Plaza de San Pedro
La mejor forma de llegar a la Plaza de San Pedro y contemplarla en todo su esplendor es bajando por Via della Conciliazione; no tiene pérdida, pues tan solo hay que acercarse hasta el Castillo de Sant’Angelo atravesando el puente que llega hasta su entrada, y seguir las indicaciones hacia la ciudad del Vaticano.
Una vez en la plaza, te invitamos a dar una vuelta bajo las 284 columnas, a echar un vistazo a las figuras de los santos situadas encima, y a acercarte al obelisco egipcio y a las dos fuentes para contemplarlas de cerca.
Sí te advertimos que seguramente no puedas atravesar la Plaza de San Pedro por el medio, ya que es habitual que haya instaladas varias filas de sillas destinadas a alguna ceremonia religiosa y rodeadas por vallas.
Las Fuentes de la Plaza de San Pedro
Durante el siglo XVII, el Vaticano y varias zonas adyacentes aún no estaban dotadas de un buen sistema hidráulico, lo que entraba en conflicto con la mastodóntica obra que el Papa Paulo V estaba desarrollando en esta parte de Roma.
Al final se alcanzó un acuerdo con el Ayuntamiento de Roma para abastecer de agua al Vaticano mediante la restauración de un antiguo acueducto romano, y se instalaron dos fuentes a cada lado de la Plaza de San Pedro.
La primera la diseñó Carlo Maderno (quien te contábamos que se encargó de la fachada de la Basílica de San Pedro) antes de que Bernini remodelara la Plaza de San Pedro.
Después de la reconstrucción de la plaza, el propio Bernini diseñó una segunda fuente que situó justo al otro lado de la primera, para que el conjunto queda armónico y simétrico a la vista.
Tres consejos para visitar la Plaza de San Pedro del Vaticano
- Como ya sabrás, el Vaticano es uno de los lugares más turísticos de Roma y como tal, recibe miles de visitantes cualquier día del año. Para visitar esta parte de la ciudad, te aconsejamos madrugar y dedicarle, al menos, una jornada completa si tienes intención de ver la Basílica de San Pedro, la Plaza de San Pedro y los Museos Vaticanos (donde se encuentra la imperdible Capilla Sixtina).
- ¿Cómo organizar el tiempo? Nuestra recomendación sería que acudas directamente a la basílica a primera hora, especialmente si quieres subir a la cúpula, y después visites desde media mañana hasta después de comer los Museos Vaticanos (cuya entrada debes sacar con antelación y con hora de entrada si no quieres arriesgarte a hacer largas colas), pues a mediodía hay algo menos de gente. Por último, vuelve a la Plaza de San Pedro, que siempre está abierta, y dedícate a pasearla de arriba abajo.
- Las mejores fotos de la Plaza de San Pedro se hacen justo al caer la tarde, cuando el cielo se tiñe de azul (es la llamada hora azul, uno de los mejores momentos para fotografiar monumentos). La basílica y la plaza se iluminan, y el cielo de azul intenso te regalará unas fotografías estupendas.