El Circo Máximo de Roma fue, durante siglos, una de las mayores construcciones de la ciudad eterna.
Ubicado entre las colinas del Aventino y la del Palatino (donde residía la familia imperial, que tenía acceso directo a las gradas del circo), es hoy, por desgracia, uno de los monumentos peor conservados de la Antigua Roma. No obstante, merece la pena detenerse un momento para verlo si vas a visitar esta parte de la ciudad -aunque haya que echarle un poco de imaginación-.
El Circo Máximo, el gran circo de Roma
El Circo Máximo ya existía mucho antes de la época imperial (cuando se construyeron muchos de los grandes monumentos romanos), pues fue fundado por el quinto rey de Roma, Lucio Tarquinio Prisco, en el siglo VI a.C.
En años posteriores, los sucesivos emperadores lo reformaron y ampliaron; el emperador Augusto mandaría colocar el obelisco Flaminio, un gran obelisco traído desde Egipto, y sería Nerón, en una de sus habituales excentricidades, quien mandaría recubrir de mármol las gradas (que varios siglos después serían uno de los primeros elementos en ser expoliados por su valor).
Respecto al obelisco Flaminio, en la actualidad ya no podemos verlo en el Circo Massimo, sino en la Plaza del Pópolo, donde fue trasladado en el siglo XVI por orden papal.
Auge y declive del Circo Massimo
Aunque existieron otros circos en Roma, ninguno llegó a igualar en tamaño al Circo Massimo, que con sus 621 metros de largo y casi 120 de ancho, y su espacio para más de 300.000 espectadores, gozó (y goza, pues no existe ningún estadio con semejante capacidad) del título al mayor espacio deportivo de la Historia.
Era tal la magnitud del Circo Massimo que por su pista podían correr a la vez hasta doce cuadrigas, que competían entre sí divididas en equipos identificados con colores diferentes. Las carreras tenían fama de ser violentas, peligrosas y por consiguiente (así eran los romanos, ya sabes) muy emocionantes, congregando a cientos de miles de asistentes que podían acceder al gran circo romano de forma gratuita.
Pero con la llegada del Cristianismo y la progresiva degradación del Imperio Romano, el Circo Massimo se convertiría en un lugar proscrito, pues al estar rodeado de tiendas y tabernas, era lugar de reunión de personas de dudosa reputación para la Iglesia. Acabaría siendo abandonado, utilizado como campo de cultivo durante la Edad Media y hasta como cementerio judío en los siglos posteriores.
Ya ves que, como te comentábamos antes, el Circo Máximo es uno de los monumentos romanos que más ha acusado el paso del tiempo, probablemente por su continuo desmantelamiento para la construcción de otros edificios de la ciudad en época medieval, pero aún así no se puede negar su relevancia histórica, ya que fue el escenario de las mayores carreras de cuadrigas y juegos deportivos y, durante varios siglos, gozó del título del mayor circo de la ciudad.
El Circo Máximo de Roma hoy: ¿qué se puede ver?
En la actualidad, es difícil hacerse una idea del aspecto que debió de tener el Circo Massimo en su época de mayor esplendor, aunque echándole un poco de imaginación, es posible figurarse la magnitud e importancia de la que fuera la mayor construcción deportiva de la Antigua Roma.
Aunque hoy ya solo podemos contemplar la pista, cubierta de césped y parte de la spina (la parte central que dividía en carriles la pista) porque las gradas y demás edificaciones adyacentes han desaparecido casi por completo, merece la pena asomarse a conocer el Circo Máximo de Roma y evocar, mentalmente, aquellas cuadrigas que se lanzaban a la carrera entre las voces y vítores de más de 300.000 romanos.
Además, esta zona de Roma cuenta con otros muchos atractivos, como la Iglesia de Santa Maria in Cosmedin (con su famosa Boca de la Verdad) o la colina del Aventino donde se encuentra uno de nuestros miradores de Roma favoritos, el Jardín de los Naranjos (si te acercas no olvides echar un vistazo por el curioso Buco della Serratura).
Una última curiosidad: en los últimos años, el Circo Máximo de Roma ha sido utilizado como escenario de grandes eventos musicales y celebraciones multitudinarias, como el concierto que los Rolling Stones dieron en 2014 o la celebración de la Copa del Mundo de fútbol que ganó Italia en 2006.