Aunque está claro que en la capital el rey indiscutible de los parques es el famosísimo Parque del Retiro, los madrileños sabemos de unos cuantos pulmones verdes más, repartidos por distintos barrios de la periferia, que son igual de interesantes y bastante menos abarrotados.
Y es que, en los últimos años, lugares más alejados del centro y con muchísimo encanto, como el Parque del Capricho (del que os hablaremos otro día), están robando parte del protagonismo al céntrico Retiro.

Hoy queremos presentaros a todos aquellos que aún no hayáis escuchado hablar de él un jardín histórico-artístico ubicado en el barrio de San Blas. Se trata de la Quinta de las Molinos, un secreto bien guardado entre los madrileños que buscamos espacios donde escapar de la rutina diaria de la ciudad, pero con parada de metro muy cerca, eso sí :)
La historia del «Parque Suanzes»
El propietario original del terreno donde se asienta el parque fue el Conde de Torres Arias, que a comienzos del XX se lo cedió a César Cort, un arquitecto alicantino que lo desarrolló tratando de evocar el paisaje de su tierra natal, pero tras cuya muerte el parque quedó prácticamente abandonado.

Durante los años ochenta, el entonces alcalde de Madrid, Enrique Tierno Galván, decidió reabrir este parque para disfrute de todos, y desde entonces se ha convertido en uno de los predilectos por los habitantes de la ciudad.

Los residentes del barrio lo conocen, simplemente, como Parque Suanzes; aún no se encuentra tan masificado como el Retiro (aunque cada año es más frecuente encontrar a algún turista deambulando por allí) y constituye, para nosotros, uno de esos rincones -todavía- poco conocidos de Madrid por los que merece la pena dejarse caer de vez en cuando para recordar que en la capital no todo son museos y bares.

Quienes trabajan por la zona lo saben bien, pues no es extraño ver, al mediodía, a unos cuantos oficinistas comiendo en alguno de los bancos del parque, que con sus más de 25 hectáreas de extensión da para pasear mucho y bien.
Un hanami madrileño
Adentrarse en los muros de la Quinta de los Molinos, especialmente durante el mes de marzo, es casi como transportarse a la fiesta de los cerezos japonesa, el hanami, que se celebra todas las primaveras e inaugura el curso escolar en el país nipón.

Y es que las flores de cerezos y almendros son muy similares (aunque se diferencian por la dirección en la que crecen), y la Quinta de los Molinos es el lugar idóneo para celebrar nuestro particular hanami en su versión low cost (y sin sufrir 13 horas de avión).

Estanques, molinos y un palacete
Además de los almendros, que son el símbolo distintivo del parque, la Quinta de los Molinos nos gusta porque contiene algunos elementos bastante curiosos, como unos molinos de viento traídos desde Estados Unidos o varias grutas.

También encontraremos en el parque el Lago de los Molinos, de casi 60 metros de largo y con una gran fuente central, o un misterioso invernadero, junto al que podemos contemplar una antigua columna jónica (que podría ser, según ha sido datada, del siglo XVI).

El palacete de comienzos del XX (en restauración) y la llamada Casa del Reloj, de color rojizo, son las dos construcciones que más llaman la atención del parque. Esta última, por cierto, fue residencia de verano de Cort.

La Quinta de los Molinos alberga muchos más lugares interesantes, pero si os los desvelásemos todos la visita ya no sería lo mismo, ¿verdad?
Un espacio por descubrir
Si tuviéramos que escoger nuestros diez lugares-no turísticos favoritos de Madrid, la Quinta de los Molinos estaría, sin duda, en esa lista, pues durante la primavera presume de una belleza espectacular gracias a sus miles de almendros en flor. ¡Dan ganas de no salir nunca de allí!

Para los románticos que queráis marcaros un tanto, para llevar a los niños a desfogarse, para hacer deporte en un entorno más amable que el asfalto o simplemente para tumbaros a leer a solas durante un buen rato: este parque es amplio, silencioso, acogedor y muy relajante.
¿Lo mejor? Visitarlo entre semana, donde prácticamente lo tendréis para vosotros solos.

Cómo llegar
- En coche: si vais en coche, os recomendamos aparcarlo por la zona de chalets que veréis en un lateral del parque. Si subís por esa calle, encontraréis sitio para dejar el coche sin tener que pagar parquímetro. Podéis entrar al parque por una de las puertas laterales.

- En metro: si vais en metro a la Quinta de los Molinos debéis coger la línea 5 (la verde) hasta la estación de Suanzes. Al salir de la boca de metro veréis el parque, al que podéis entrar desde esa misma calle por la puerta principal, la de la calle Alcalá.
Información práctica
- La Quinta de los Molinos tiene un horario de lunes a domingo desde las 06:30 hasta las 22:00 horas. Durante la noche, el parque permanece cerrado.
- Aunque no hay columpios dentro del propio parque, justo al lado, en la parte exterior que da a una urbanización de chalets, hay una zona para niños que sí los tiene.

- También hay máquinas de ejercicios y pedales frente a algunos bancos.